Con el mensaje “Toma la vida sin prejuicios”, diversos paneles publicitarios aparecieron en diferentes distritos de Lima exponiendo, con imágenes potentes y frases que invitan a la reflexión, los prejuicios más comunes que aún persisten en la sociedad peruana y que muchos ciudadanos enfrentan, como el rechazo a la comunidad LGTBQ, la discriminación racial y la discriminación por discapacidad.
Una de las misteriosas vallas, ubicada en la Av. Benavides con Jr. Cerro Verde, muestra a una pareja de hombres besándose, imagen que es acompañada de la frase “Mejor mantenlo en secreto” visibilizando los problemas a los que se enfrentan las personas y parejas del mismo sexo al momento de optar por vivir libremente sus relaciones.
En otro de los paneles observados en la ciudad, localizado en el Km 6 de la Panamericana Sur, se expone a un joven afroperuano vestido con un terno. La frase que acompaña esta imagen se pregunta “¿Él es doctor?”, haciendo alusión así a que gran parte de la sociedad peruana cree que una persona afroperuana no puede aspirar a puestos de alta relevancia, siendo relacionados mayormente a otras habilidades como el deporte o el baile.
Finalmente, otro de los tantos carteles encontrados en la capital, instalado en la intersección de la Av. Salaverry con Av. San Felipe, muestra a una joven en silla de ruedas junto a la interrogante “¿Podrá hacerlo sola?”, frase que evidencia uno de los prejuicios más comunes a los que suelen enfrentarse las personas que tienen algún tipo de discapacidad: el cuestionamiento de su autonomía, libertad y capacidades.
Estos paneles ponen en evidencia que, pese a que creemos haber avanzado mucho como sociedad, aún existen una serie de prejuicios que manifestamos casi de forma inconsciente pues están enquistados en nuestro imaginario social. Además, las vallas invitan a reflexionar sobre aquellos grupos y/o personas que en su día a día deben de enfrentarse a estos prejuicios y el daño que causa en ellos.
¿Qué tan prejuicios son los peruanos hoy?
Se denomina prejuicio a la connotación negativa hacia determinados grupos de personas atribuyéndoles sentimientos desvalorizadores que conlleva al desprecio hacia sus condiciones o características.
Los prejuicios suelen ser resistentes al cambio y difíciles de ser eliminados. Esto se debe a que las personas creen en ellos con veracidad al haber sido inculcados desde muy niños.
En el Perú, una reciente encuesta realizada a más de un centenar de ciudadanos entre 16 y 30 años, reveló que 7 de cada 10 personas en el país han sido víctimas de algún prejuicio alguna vez, siendo los más comunes los raciales, referentes al lugar de procedencia, género, económicos y de orientación sexual.
De igual manera, según cifras del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, uno de cada tres peruanos con discapacidad ha sufrido discriminación, y los lugares donde se han producido son, principalmente, en la calle (28%), en un hospital público o posta médica (16%) y en sus centros laborales (público, 15% y privado, 14%).
Entre los prejuicios más comunes sobre las personas con discapacidad destacan la creencia de que su condición se trata de una tragedia o enfermedad, lo cual lleva a pensar que estos y sus familias son infelices, incapaces y dependientes. Asimismo, se cree que las personas con discapacidad no pueden ser independientes, ya que se les considera como no productivas, limitando así la posibilidad de trabajo, sexualidad y realización personal de estas personas.
En esa misma línea, la última Encuesta Nacional sobre Exclusión y Discriminación Social indica en relación a los afrodescendientes, que aún existen ciertos estereotipos a nivel profesional siendo más identificados como mejores bailarines o cocineros que doctores o maestros.
En cuanto a las personas LGTB, el 75% de peruanos considera que las relaciones entre personas del mismo sexo están mal y alrededor del 50% no estaría dispuesto a aceptar a amigos o amigas homosexuales o lesbianas tal y como son.
Asimismo, el 46% señaló que una persona transgénero “vive confundida”, el 45% cree que las personas se vuelven homosexuales debido a traumas en su infancia o malas experiencias, el 36% opina que es peligroso dejar a una niña o un niño con una persona homosexual y el 19% considera que la homosexualidad es una “enfermedad”, pese a que desde 1990 la OMS la retiró de su lista de enfermedades mentales.