Un año cualquiera de la década de los 1940’s. Temprano en la noche, la familia entera se reunía alrededor de un receptor de radio para una cita diaria infaltable: escuchar la radionovela. Emociones variadas: risas, aplausos, hasta llantos y gritos de júbilo se escuchaban, generados por algo que ahora nos parece tan básico como el simple conjunto de sonidos que emanaban de la cajita, tan sencilla, pero que en su época (como pasa siempre), era tecnología de punta. El formato de la radio, sencillo, práctico, al alcance de casi todas las familias, sostuvo su reinado por varias décadas, con prácticamente muy pocas variaciones.
Luego llegó la televisión: ya no se tenía que recurrir a la imaginación para visualizar a los protagonistas de las novelas. ¡Había imágenes en movimiento! Los padres de familia no se perdían los noticieros. Las madres, sus telenovelas y los hijos sus programas preferidos. Cada uno sabía la duración y hora de transmisión de sus programas y lo esperaban ansiosamente. Si bien hubo un tiempo de reinado compartido por ambos medios, la TV fue ganando mucho terreno en los hogares, debido a que el costo de los receptores fue disminuyendo.
La TV tuvo su pico de popularidad desde 1950 hasta la mitad de la primera década del siglo 21. Era prácticamente indestronable. Canales de TV por suscripción como MTV, Nickelodeon, Cartoon Network, o CNN gozaban de altísima popularidad. Ofrecían entretenimiento para todo público. Periféricos como el Betamax y posteriormente el VHS, permitían grabar los programas, de manera que se podían volver a ver cuantas veces se quisiera. Se podían comprar o alquilar películas de cualquier género de cine en estos formatos.
Y entonces…se masificó el acceso a Internet. Un servicio que inicialmente suplía los propósitos académicos y de información inmediata que fue tomando un matiz de entretenimiento que cada vez fue ofreciendo mayores opciones, soportado por la cada vez más óptima tecnología. Adiós a cumplir horarios para poder ver los programas que se querían ver. Adiós a las pausas de publicidad que le interrumpían el ritmo a los programas. El streaming llegó a imponer nuevas reglas en el entretenimiento. Ya no está la limitación de plataformas para acceder a los programas. Ni de sitio geográfico, a menos que estés en un país con una alta censura al contenido de internet, puedes acceder a tus canales desde cualquier lugar del mundo.
Ahora como antes, no podemos predecir qué tecnología en comunicación vendrá. Cada vez los cambios son más vertiginosos, y van ligados a las tendencias de las nuevas generaciones. Lo bueno de todo esto, es que disponemos de más opciones que están más de acuerdo con nuestros gustos particulares.