La ciudad destaca por la belleza arquitectónica de sus edificios históricos y por ser una de las mejores iluminadas de Europa.
La pequeña ciudad de Gante, en la confluencia de los ríos Lys y Escalda, es una de las más hermosas y mejor iluminadas de Europa. La abundancia de arte de todas las épocas, historia y gastronomía, además de las posibilidades que ofrece la campiña flamenca que se extiende a su alrededor, son motivos suficientes para platearse una escapada de varios días. Estas son algunas de las mejores razones para ir a conocer este rincón de Flandes.
La Catedral de San Bavón y otros escenarios que pisó Carlos V
El rey Carlos de Habsburgo, conocido como Carlos I de España y Carlos V de Alemania, nació en Gante. Cuentan que su madre, Juana la Loca, pensó que sufría una mala digestión —estaban en una gran fiesta en el palacio de Prinsehof—, pero en realidad se había puesto de parto, una de esas historias tan propicias para abonar el terreno de las leyendas y concluir que uno de los monarcas más importantes de la historia nació en una letrina. De su lugar de nacimiento no se conserva más que una maqueta, por lo que si hay ganas de castillo habrá que visitar el Castillo de los Condes (Gravensteen), este sí, de una pieza.
Siguiendo con Carlos V, llegamos a la catedral de San Bavón, donde fue bautizado. La relación del poderoso monarca con Gante está ligada a una cruenta historia. Quién sabe si el hecho de que decapitara a algunos de los habitantes de la ciudad e hiciera desfilar con una soga al cuello a otros, fue a causa de otro ardor. No en vano, al monarca le gustaba mezclar el jamón con esa mostaza tan típica de Gante que hace saltar las lágrimas. El hecho es que cada 3 de mayo, los habitantes de la ciudad salen de nuevo a la calle para recordar el trágico acontecimiento, pero con el consecuente punto lúdico que confiere la distancia en el tiempo. De esa historia ha quedado un mote para ganteses, los Stroppendragers, “los que cargan con la soga”.
Una misteriosa obra de arte
La tabla Los jueces justos, perteneciente a la Adoración del cordero místico de los hermanos Van Eyck, lleva varias décadas desaparecida. El robo de la tabla del políptico ha alimentado toda suerte de especulaciones. Albert Camus imaginó un intercambio en su novela La caída: el cuadro por un vaso de ginebra. Ese es el trato que alcanzó un infeliz dipsómano, precisamente juez, en un tugurio infecto de Ámsterdam. Argumento con un punto de cine negro más apetecible que la historia real, la que cuenta que el ladrón se llevó el secreto a la tumba en un repentino ataque al corazón.
La obra, en este caso entera, también la robaron los alemanes para nutrir aquel museo soñado por Hitler para su megalópolis de la cultura en la ciudad de Linz. El proyecto no se llevó nunca a cabo y la pintura apareció, acompañada de otras obras maestras, en las minas de sal de Altausee, en Austria. Ver cómo se abren las tablas de este famoso políptico, expuesto en la catedral de San Bavón, es una de las experiencias más emocionantes que se pueden vivir en esta ciudad flamenca.
MSK, el museo más antiguo de Bélgica
Alta concentración de arte de calidad para todos los gustos, con diferentes espacios museísticos. Esto es lo que ofrece el Barrio de las Artes. Sus más de 225 años convierten al MSK (Museo de Bellas Artes) en la pinacoteca más antigua de Bélgica. Alberga importantes obras de los grandes maestros de la pintura, como El Bosco, Rubens o Magritte.
El Centro Musical De Bijloke es un antiguo hospital que agrupa actualmente a 17 organizaciones culturales y el STAM (Museo de la Ciudad) nos cuenta la historia de Gante desde la Edad Media hasta la actualidad. Por su completo contenido multimedia y didáctico, es una visita ideal para hacer con niños. En el S.M.A.K. tienen una colección permanente que incluye grandes firmas de algunos de los movimientos más relevantes en el arte contemporáneo, como obras del grupo CoBrA, pop art, minimalismo, arte conceptual o arte pobre.
Degustar el mejor chocolate
Los maestros chocolateros han seguido la línea de estudio e innovación presente en el actual panorama gastronómico, dejando atrás el conservadurismo que había caracterizado a la industria. Cuando Nicolas Vanaise abrió su tienda Yuzu pudo introducir sus pasiones en el mundo del chocolate: desde el propio nombre —yuzu es un cítrico japonés—, hasta la arqueología y la literatura.
Las formas imperfectas de sus bombones pretenden recordar materiales como la madera o el hierro: «De algún modo, todavía soy arqueólogo», dice Nicolas. Puso el nombre de Middle East a una de sus cajas, con piezas llamadas Alepo, Palmira o Saná, en recuerdo del tiempo que trabajó como arqueólogo en Oriente Medio. Otro de sus bombones se llamó Lourmarin, en homenaje a Albert Camus, con absenta, regaliz y lavanda como ingredientes. También el cine de Fellini o de Wong Kar Wai ha tenido cabida en el interior de una fina capa de chocolate.
Pedalear por la campiña
El tamaño de Gante hace que resulte relativamente fácil salirse del mapa, sobre todo si vamos pedaleando. Es muy aconsejable extender los límites del paseo a la campiña que rodea la ciudad. Es muy agradable el paseo hasta el castillo de Ooidonk. Por su construcción y situación, junto a un meandro del río Lys, nos recuerda a los castillos franceses del Loira. Podemos visitar el interior y recorrer sus jardines con tranquilidad.
La Abadía en San Pedro
Otro de los paseos recomendables, fuera del casco histórico y más monumental de Gante, es el que lleva hasta la abadía benedictina de San Pedro, fundada en el siglo VII por San Amando. La planta baja de la abadía es de acceso gratuito, incluyendo el claustro, el patio y un agradable jardín donde crecen las viñas y la lavanda, espacio al que acuden los estudiantes buscando un tranquilo rincón donde continuar con sus tareas. La abadía cuenta con un prestigioso programa de exposiciones.
Tomado de: https://viajes.nationalgeographic.com.es/a/que-ver-gante-secreto-mejor-guardado-belgica_20355